Recientemente ha visto a la luz este precioso poemario –cancionero de nanas, en realidad- de Mar Benegas que Litera Libros ha editado con Ibán Ramón a la dirección artística. Creo que estos datos bastan para hacerse una idea del lujo que para mí ha supuesto encargarme de representar estos meses de espera dilatada, de sueños, rarezas, alegrías y temores que supone un embarazo.
Juan Romero, a los mandos de la edición, tenía claro que deseaba un libro especial, y considero que ha conseguido llevar ese deseo a buen puerto a lo largo de este año completo de travesía. En mi opinión, el resultado mantiene un equilibrio entre la tradición y la innovación, en la medida en que es reconocible en él un formato clásico en el libro de poesía a la par que incorpora con acierto algunos elementos que son marca de la casa Litera y otros que se corresponden con la naturaleza del contenido: en un libro pensado esencial pero no exclusivamente como un acompañamiento del embarazo, casi todo responde a la idea de dilatación del tiempo que quien ha vivido esta espera conoce bien. El libro refleja así la expansión de los meses, de los días y de las horas al espaciarse en él poemas e imágenes, también vacíos. Pero en él hay mucho más.
La lectura de los poemas de Mar me emocionó. Ese primer acercamiento lo realicé como pura receptora del texto, evitando conscientemente poner la mirada en el papel que me correspondería representar luego. Ilustrar poesía es un regalo, pero supone tomar determinaciones acerca de cómo va a abordarse la tarea en cada caso. Entraña, desde luego, un reto: el de coreografiar un baile de imágenes con imágenes, y se ha de decidir el grado de literalidad, de cercanía o, al contrario, de desarrollo de ideas nuevas que tal vez no estén en los poemas, pero que estos han podido sugerir. Y quise, en primer lugar, dejar que la palabra sugiriera a mi yo lector.
No me corresponde a mí –ni me siento capaz de ello- dar una explicación crítica de estas nanas: ya he dicho que su lectura me conmovió por la forma y por el fondo, por las sensaciones y recuerdos que despertaron. Si emoción y belleza son precisamente aquello que esperamos esencialmente de la poesía, estas nanas las encierran y las convocan.
En cuanto a la ilustración, he intentado acompañar la lectura con una herramienta sencilla que probablemente sea mi favorita, el lápiz, y apenas algo de color. Unas veces me he situado más cerca del texto -la lectura dará cuenta de esos casos-, en general, interpretando un elemento de entre los mencionados o creados en los poemas.
En otras ocasiones, he buscado aportar algo a mi manera acerca de este lento discurrir del tiempo en el que el corazón oscila entre la atención extrema a lo más internamente sensorial, de un lado, y la ilusión que se proyecta, de otro, hacia todas las dimensiones posibles de un futuro compartido.
Las ilustraciones siempre surgen, en cualquier caso, de los poemas: de una imagen o de una sensación, aunque las haya en ocasiones vinculado directamente con mis propias experiencias y alejado a primera vista así del texto. Sin ir más lejos, las abundantes referencias a la costura entroncan con algunas menciones de los poemas, pero son, en su profusión, reflejo personal de esta actividad que, en mi caso, realicé casi exclusivamente durante el tiempo del embarazo, cuando también recuperé, por ejemplo, para la cuna de mis hijos un antiguo sonajero de plata que a su vez mi madre había recibido en su propia espera. En mi caso, y creo que en general, el embarazo es una experiencia radical, a veces ni perfecta ni totalmente gozosa; por eso he disfrutado y a veces he sufrido también -pero los obstáculos incluyen igualmente cierto gozo de la exigencia- en la búsqueda y el camino que entrañaba este trabajo.
Solo resta esperar que este libro acompañe muchas esperas, evoque los mejores recuerdos o sencillamente traiga hermosas lecturas a quien desee desplegar su blanco envoltorio.