No pensaba, cuando retomé el dibujo, ni más tarde, al ver publicados algunos trabajos de ilustración, que mi labor investigadora pudiera confluir algún día con esta otra actividad. Me equivocaba. Está claro que la vida puede deparar aún sorpresas.
La convergencia de intereses se ha dado en esta exposición que ha acogido en primer lugar la Biblioteca de Navarra en su patio y que pronto debería haber ya viajado a otro destino. Como tantos asuntos frenados por el covid-19, permanece aún en ese espacio fantástico, después de haber recibido visitas durante una única semana.
Hay un doble origen en estas ilustraciones que acompañan y divulgan la tarea de una parte del equipo investigador del proyecto Universos discursivos e identidad femenina: élites y cultura popular (1500-1850) (har2017-84615-P del MINECO) . En efecto, aunque el equipo es más amplio, he trabajado en esta exposición junto con sus dos investigadores principales: Jesús Mari Usunáriz, del Dpto. de Historia, y Cristina Tabernero Sala, mi colega en el Dpto. de Filología; ambos departamentos pertenecen a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra.
No me extenderé demasiado en los entresijos de esta investigación en la que el equipo filológico debe el primer acercamiento a la documentación contenida en el Archivo General de Navarra y el Archivo Diocesano de Pamplona a nuestro colega historiador, quien ha revisado en primera instancia una cantidad ingente de materiales sobre los que luego hemos podido aplicar otros métodos y análisis. En mi caso, y por explicar cómo han venido a coincidir estas dos facetas, de las cuales este blog suele recoger solamente una, la ilustración, diré solamente que al iniciarse el inktober de 2019, me encontré con ganas de participar, como hago habitualmente, aunque andaba bastante ocupada, entre otras cosas, dando forma de capítulo a la comunicación que en septiembre había presentado al congreso de la red CHARTA en Sevilla, Documentos y monumentos para la historia de la lengua española. Me había centrado para este encuentro en algunos procedimientos gramaticales de intensificación -estrategia pragmática que los hablantes empleamos con diferentes fines- en correspondencia femenina contenida en varios litigios dieciochescos por ruptura de promesa matrimonial, y para ilustrar mi presentación power point en el congreso había recurrido a algunas pinturas de la época.
Pues bien, llegado octubre y con poca disponibilidad para pensar, se me ocurrió que hacer un dibujo diario a tinta de mujeres en actividades relacionadas con la correspondencia (escritura, sellado, lectura, entrega) podría surtirme de material propio para la próxima ocasión y, al mismo tiempo, constituir un ejercicio de sofá breve y relajante, que titulé Frufructubre (pues no se trataba más que de “zaszasear” algunos apuntes que previsiblemente se llenarían del frufrú desprendido de las sedas y otros tejidos más toscos o más leves). Simplemente quería reproducir obras o detalles de pinturas y grabados sin pensar demasiado, tarea que, por cierto, me llevó al descubrimiento de la obra de algunos pintores, como Antonio Rotari o Jean Étienne Liotard.
El caso es que tontamente añadí algún texto explicativo en este sentido a las primeras tintas, y resultó que las palabras también parecían interesar a los compañeros que durante aquellos días habían emprendido sus propias series. Aunque di entonces algunas pinceladas de carácter lingüístico, no quería desvelar demasiado de materiales que se hallaban en proceso de investigación y en su mayor parte inéditos, de manera que incluí aspectos relativos a la materialidad y al hábito de la correspondencia, pero también temas sociales, como el amor y el cortejo, o más frívolos, como las modas del siglo, y esto en relación con las imágenes. Las treinta y una publicaciones de ese mes de tinta pueden verse (y leerse) en el álbum correspondiente del Tintubre en facebook, aquí, recogidas en mi cuenta de IG o en la de @Cartasaextranas, que ha querido hacerse eco de aquel trabajo, o simplemente rastrearse con la etiqueta #Frufructubre.
Si me mantuve constante fue básicamente por el interés de los lectores, que un día comenté con mi compañera; fue, así, sugerencia de Cristina Tabernero en primer lugar llevar a cabo esta exposición de transferencia de la investigación a la que comenzamos a dar forma definitiva a partir de enero.
Determinamos entonces la doble vertiente de VOZ y LETRA de mujer, que, desde el punto de vista de la ilustración me supuso el reto de imaginar las escenas que podrían ilustrar las disputas contenidas en los litigios por injurias en los que al menos una de las implicadas era mujer; a ellas se sumarían nueve de las tintas ya realizadas para acompañar los fragmentos de las cartas de tema amoroso. Esta duplicidad de la muestra puede verse resumida en el texto que acompaña esta imagen:
Así pues, entre finales de enero y las primeras semanas de febrero, mientras mis colegas daban forma a la web que contendría algo ampliada la información de la exposición, yo me documenté sobre diversos aspectos de la vida cotidiana en la Navarra de la Edad Moderna, en especial acerca de la indumentaria y costumbres femeninas, pero también sobre otros aspectos materiales, que me llevaron a construir, a partir de la documentación seleccionada, nueve escenas comprendidas entre la primeras mitad del XVI y los primeros años del XIX. También me nutrí de la obra de pinturas y grabados de estos siglos. En cuanto a la técnica, como se ve, y para dotar de coherencia al conjunto, seguí trabajando con tinta (rotulador fino, pincel de tinta y agua).
Los paneles para la exposición, que incluyen imagen, texto y códigos QR que remiten a la web, fueron impecablemente maquetados por Itziar Goñi, de Horixe Diseño, en un tiempo récord y quedaron así de bien.
La exposición se inauguró en la Biblioteca de Navarra, a quien agradecemos la disposición y facilidades, así como su afectuosa acogida. También el público que la pudo visitar en la semana previa al estado de alarma desencadenado por la crisis del coronavirus nos manifestó su interés por las palabras de estas mujeres hasta entonces anónimas y por la imagen que ellas ofrecen, por un lado, de las relaciones amorosas a través de la carta privada y, por otro, de la confrontación en los espacios públicos.
La repentina clausura -acontecida como tantas otras- ha dado más sentido a la página web de la exposición creada desde el propio proyecto, que puede visitarse en sus diferentes secciones, incluyendo algunas publicaciones de los tres investigadores implicados (el menú se encuentra en la parte superior derecha), y a la exposición virtual organizada desde la propia Biblioteca en su esfuerzo por mantener la programación cultural a través de distintos cauces durante todo este tiempo de confinamiento.
También los lectores del blog que hayáis llegado al párrafo precedente estáis cordialmente invitados a asomaros a la intimidad de estas mujeres en su correspondencia, y a los antimodelos femeninos de la Edad moderna a través de los insultos que podían recibir y proferir ante testigos. Todo ello conduce, en realidad, al ideal femenino de la época, que contrasta, a los ojos actuales, con nuestros propios modelos, pero, sobre todo, presenta el interés del testimonio directo de la palabra -escrita o hablada- de estas mujeres concretas.