Fue en febrero de 2019 cuando Paloma Díaz-Mas se puso en contacto conmigo a través de colegas de la universidad a quienes ella había comentado que tenía escrito un romancero infantil, pero que, al haberse movido hasta entonces en la narrativa para adultos y siempre con Anagrama, querría charlar con alguien más cercano al ámbito de la LIJ. Me envió entonces su texto para que habláramos de los cauces que yo en aquel momento conocía y para contar con mi opinión.
Una de mis líneas de trabajo, la más querida, ha sido la Historia de la lengua, y ya el hecho de que el libro estuviera compuesto por romances tradicionales contrafactados me resultaba atractivo. Una contrafacción consiste en rehacer un texto previo -o una melodía- de tal manera que resulte en una nueva composición, aunque reconocible. Y claro, la lectura de estos romances, tan nueva y a la vez tan llena de resonancias, me cautivó inmediatamente.
Hablamos entonces Paloma y yo, aunque más bien en un sentido general: yo creía que el libro debía publicarse, pero no pensaba en un principio en la posibilidad de ilustrarlo yo misma. Así, cada a una se dedicó a sus tareas a lo largo de aquel curso, aunque nos mantuvimos en contacto y volvimos a hablar en mayo, cuando sugerí a la autora algunos nombres para las ilustraciones, pero le envié también algunas muestras propias que había hecho por puro placer, pero en las que había visto, de pronto, una posibilidad interesante. Le decía entonces: “por otra parte, en estos últimos meses, he desarrollado algo más el estilo de ilustración con estarcido de tinta, que tal vez pudiera dar ese toque distinto: queda una cosa entre retro y moderna”. Ya había comentado en otra entrada (aquí), que aprendí esta técnica en un taller de Vilustrado con Julia Wauters, sin imaginar que la emplearía más allá de aquellas jornadas. Pues bien, en este caso vi claramente su adecuación a este proyecto.
La cuestión es que a Paloma le gustó el estilo, que le recordaba también al de ciertos ilustradores de los años treinta, y ambas veíamos, además, en esa técnica una evocación y un guiño a los antiguos grabados de los pliegos sueltos, en los que los romances se habían difundido también desde el XVI, así que decidí seguir en esa línea, teniendo presentes aquellas fuentes.
Desde finales de ese año trabajé conjuntamente con bookolia en el diseño del libro, para el que se eligió un formato vertical en el que las bandas ornamentales (en este caso , estampadas), que entroncan también con la tradición de los pliegos, podían constituir ligeras segmentaciones horizontales sin empequeñecer ni abigarrar la página.
En cuanto a las ilustraciones, remiten al contenido de los textos de manera más o menos directa, y se ha buscado la variedad que puede encontrarse también en aquel tipo de publicaciones, también en su disposición. En cuanto al color, se ha restringido la paleta a dos turquesas, dos corales y un ocre, que permiten obtener diferentes efectos en función de la densidad con que se haya aplicado la tinta .
Nada ha quedado al azar en esta edición donde se combinan tradición y modernidad: desde la preciosa cubierta diseñada por Luis Larraza al colofón, hemos cuidado el envoltorio de estos deliciosos romances de Paloma Díaz-Mas. Estos poemas narrativos recogen sobre moldes antiguos nuevos temas -sociales y actuales, a veces complejos y en algunos casos lúdicos-, siempre orientados al público infantil. En ellos se emplean, también actualizados, los recursos propios del género de mayor tradición popular en la literatura en lengua española, del que la autora es asimismo especialista. Son textos que se disfrutan, como siempre, en lo que cuentan y en el ritmo cantarín de los octosílabos asonantes, y en los que los ojos y sobre todo los oídos familiarizados reconocerán un origen, unas fórmulas, una tradición secular. En todo se ha buscado la coherencia, de manera que la composición, el diseño y la ilustración puedan entenderse también como contrafacta.
El proyecto estaba prácticamente cerrado el pasado abril, cuando Paloma Díaz-Mas resultó elegida académica para el sillón i minúscula de la Real Academia Española, elección en la que probablemente pese esta doble vertiente suya de especialista y creativa, que también converge en este libro.
Por una serie de querencias personales que sería largo detallar aquí -tantas son y a veces tan subjetivas-, ha sido un placer enfrentarme a la ilustración de estos Romances de la Rata Sabia. Agradezco a Paloma, a quien ya admiraba desde hace muchos años como narradora, su fe absoluta y su apoyo en el proceso, y de nuevo a bookolia su confianza en mi criterio y mi trabajo. En este caso agradezco especialmente a Luis, además de su apuesta por la edición del romancero, su cuidadísima labor en el diseño y maquetación de este libro tan especial. Confiamos en que el entusiasmo de quienes lo hemos elaborado se haya transmitido también al papel, en que sean muchos los ojos que recorran sus páginas y muchas las bocas que reciten los romances de nuestra Rata sabia.