Llegué a saludar personalmente a Diego Caro hace unos diez o doce años, en el campus, cuando él acompañaba a una alumna mía de por aquel entonces, pero llevábamos tiempo ya reuniéndonos virtualmente, junto con otros asiduos, en La idea del Norte, el blog de nuestro amigo común Mariano Jiménez, que nos surtía a través de la pantalla de recomendaciones literarias, musicales, cinematográficas y también (y sobre todo) de apuntes personales en aquella maravillosa sección de “Asuntos propios”. En 2009 -acabo de comprobarlo-, curiosamente, Diego diseñaba la cubierta y yo firmaba el prólogo del segundo volumen en papel de aquella bitácora personal. Ahora me ha tocado a mí poner la imagen a la carátula del disco del que él ha compuesto gran parte de la música y la letra. Vueltas y revueltas de la vida.
Pues bien, la Idea echó un día el cierre, pero el contacto con este arquitecto que realiza su tesis doctoral en Hong Kong, donde da clases en la universidad, ha seguido a través de las redes sociales (también tiene un blog al que merece la pena asomarse). Él encauza una parte de su creatividad en Cracklebox, una banda internacional de pop-rock melódico de Hong Kong en la que han confluido dos ingleses, un estadounidense, un francés y un español -sí, suena un poco a chiste clásico ;)-. De este modo se describen en la página de Sobering Reflections, el trabajo que lanzaron con tres primeros temas -ahora contenidos en el nuevo álbum-en agosto de 2018:
Cracklebox brings together the musical talents of four countries to create an energetic and pulsing sonic palette that sweeps from a classic rock sound to melodic pop, delivering a blend of music and mirth as seamlessly as two sides of a circle.
En aquel verano me resultó imposible colaborar con este lanzamiento en un videoclip del grupo, pero a principios de este pasado octubre me llegó esta propuesta a la que no me pude resistir. Y esto por dos motivos.
En primer lugar, porque me gusta la música que hace Cracklebox, que me trae ecos de ese mismo género en las últimas décadas del XX (entre las muchas músicas que me han gustado están grupos como Crowded House o Keane, por mencionar un par a cuyo sonido me recuerdan, sobre todo por la parte vocal). Ellos mismos confiesan, sin embargo, otras influencias que se perciben también, creo: Red Hot Chilli Peppers, Incubus, Coldplay, Pink Floyd, Oasis, the National... En realidad, cada cual bebe de sus propias fuentes, y el resultado puede juzgarse en temas como este Fall with you, uno de mis favoritos:
Sí, Cracklebox suena muy bien.
Pero, además, la petición venía ya acompañada de una idea que me vi capaz de representar. No siempre sucede así, y creo que hay que considerar los retos, pero también conocer los propios límites. La idea en cuestión consistía en dos sujetos enfrentados y “neutros”, desde cuyas cabezas se proyectarían diferentes elementos, y con diferentes me refiero también a dispares entre sí y contrastados con respecto de las figuras. El título del álbum iba a ser The Intimacy of Strangers, y se me concedía libertad para usar dibujo o collage, o ambos. De los correos electrónicos cruzados y de los temas que ya había escuchado se desprendía cierta idea del “ruido vital” que puede producir una urbe como Hong Kong y yo creí también percibir una sensación de cambio personal, de transición hacia la madurez, y de crisis (coincidía, también, nuestra conversación en diferido con la agitación de las protestas, la represión y los enfrentamientos de finales de octubre y principios de noviembre).
Contaba con poco tiempo -coincidía la propuesta con otras que no iba a poder atender-, pero se trataba de hacer una única imagen, pues el álbum iría en formato digital, y quedamos en que del resto de ajustes (fijar el texto definitivo u otros detalles) podría ocuparse Diego.
Vi enseguida la posibilidad de reflejar esa neutralidad de las figuras mediante la grisura del lápiz, de manera que dibujé dos perfiles contrapuestos algo andróginos y sin adornos, basados en alguna fotografía para mantener cierto realismo en las sombras, esencialmente, pero con una interpretación muy libre y “rapando” el pelo a los protagonistas. Esta fase fue trabajo de sofá un jueves por la noche, para intentar aprovechar el fin de semana, que era de tres días, coincidiendo con el festivo del primero de noviembre.
Conseguí, además, controlar el impulso de recortar los originales (frenar esos impulsos me cuesta bastante si estoy muy concentrada en la tarea de crear algo, ay), así que los escaneé para poder hacer pruebas -aunque finalmente salió con la primera ;)-.
Quedaba, pues, recortar las cabezas, rebuscar entre las revistas (normalmente no tengo muchas, pero había reunido unas cuantas, además de algunos folletos de viajes) y comenzar a jugar.
Mientras, iban llegando más temas, que hablaban de asuntos variados: hay amor en Eve, las adicciones están en el fondo de Malevolent Shadow, la paternidad en Talking to myself, el paso del tiempo en Find our way o un terrible suceso acontecido en el metro de HK -un hombre se prendió fuego en un vagón- en Risk Factor. La idea era reflejar también esa heterogeneidad en la metáfora visual: la mente como continente y propagador de ideas, vivencias, sentimientos, obsesiones.
Diego me había manifestado su interés en conservar el trabajo original, por eso realicé un collage manual, algo que complicaba algo la tarea en el sentido de que debería encontrar elementos que más o menos guardaran las proporciones que imaginaba para ellos en relación con los individuos. Me hice con recortes diferentes e hice distintas pruebas que fotografié para poder mostrarlos antes de encolar. Me pareció que la solución de los bustos mediante relieves que produjeran un efecto de insularidad se ajustaba también al concepto.
Aunque probé también otras disposiciones o ideas, que cristalizaron, entre otras, en esta imagen (que terminó finalmente en el reciente catálogo de Euskal Irudigileak, por cierto). Se la mostré también a Diego, junto con otras cuantas pruebas, pero como un producto más del juego, sin vínculo con el trabajo:
Los resultados fueron muy bien acogidos y, tras verlo con el resto de la banda, finalmente también esta última imagen aportó algo, pues decidimos que podría ser interesante usar un fondo en acuarela pero yendo más a azules, y también que la comunicación que se desprendía del gesto de las cabezas en la propuesta verde podía resultar interesante, así como añadir más elementos presentes o aludidos en las canciones y establecer también una conexión entre los de ambos individuos. Preferí, por si era necesario hacer cambios, manchar el fondo por separado y colocarlo después con Photoshop, y propuse una última prueba:
Quedaba por afinar si se añadían nuevos elementos y, sobre, todo, la disposición del texto. Aporto aquí una de mis propuestas finales (fueron unas cuantas), con el nombre del grupo disperso entre el totum revolutum superior, que logré enviar el martes después del puente, según una idea de disposición del título del propio Diego. Con eso quedaba lista la parte del trabajo a la que me podía comprometer por entonces.
El cierre de la universidad por los disturbios de principios de noviembre en Hong Kong proporcionó algo de tiempo al grupo para revisar esos aspectos pendientes, y me presentaron con muchísimo respeto una versión que incorporaba digitalmente nuevos elementos con sentido para la banda, indicando que podía permanecer la anterior versión si no me parecía bien la nueva. Yo entiendo, sin embargo, que esa incorporación forma parte del proceso de negociación del resultado y que, de haber concebido el trabajo desde un primer momento como digital y haberse prolongado en el tiempo, podría haber dado cabida a cualquier elemento y en cualquier tamaño o color. En fin, que si las piezas nuevas presentaban un sentido para el grupo, no había ningún problema en incluirlas, porque, además, no había distorsión de mi propuesta, sino enriquecimiento. Finalmente, se decidió también una tipografía y disposición más clásica, probablemente también más clara, aunque personalmente me gustaba esa idea de dispersar las cuatro palabras del título y realizar una lectura global, no lineal.
Y la imagen que abre esta entrada es el resultado final, que puede verse en las plataformas a las que iba destinado. Pero, sobre todo, merece mucho la pena escuchar The Intimacy of Strangers (especialmente para aquellos a quienes nos pilla un poco lejos Hong Kong, donde el grupo actúa en diferentes escenarios y ocasiones). El disco está disponible a un clic en : Spotify, Apple Music, Bandcamp y SoundCloud.
Para mí ha sido un placer formar modestamente parte de este proyecto con el que he disfrutado tanto por partida doble: escuchando la música de Cracklebox mientras me concentraba en la parte lúdica que entrañaba el proceso de dibujar, recortar y componer esta imagen. Es verdaderamente una gran suerte que la vida proporcione estas ocasiones para poder seguir jugando.